En 1469, los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, llevaron a cabo dos cambios que marcarían la historia y economía de España. En primer lugar, unificaron los reinos de Castilla y Aragón, facilitando la creación de un estado centralizado. Esto fue un paso crucial para la modernización política y económica del país. En segundo lugar, financiaron la expedición hacia la India de Cristóbal Colón, lo que supondría el descubrimiento de un nuevo continente, donde el reino de España tendría grandes ventajas, como la creación de un gran imperio colonial.
Tras la consolidación de los reinos de Castilla y Aragón, lo cual permite a España convertirse en una potencia unificada, preparada para expandir sus intereses fuera de Europa, se dio, en 1492, la llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, abriendo las puertas de una nueva era y brindando a España la oportunidad de su expansión. El flujo de oro y plata que comenzó a darse en España fue esencial para el crecimiento que se dio en la economía española que, además, consolidó a España como la mayor potencia global durante el Siglo de Oro.
La llegada de todo este oro y plata tuvo también un efecto negativo, la generación de inflación, debido al exceso de metales en circulación. El fenómeno de la inflación, causado por este exceso, es comparable con las situaciones actuales, como las crisis financieras o las políticas monetarias expansivas. Tras periodos de crisis suele llegar la inflación como se ha vivido recientemente en nuestro países como la crisis financiera de 2008, el impacto económico de la pandemia del COVID-19 o el impacto de la actual Guerra entre Rusia y Ucrania.
Volviendo al siglo XV , la inflación sumada al declive de la industria local por el aumento de la riqueza que llegaba del exterior, desincentivaba la inversión en innovación, dejando a España vulnerable a futuras crisis económicas. Teniendo en cuenta que gran parte de la riqueza interna del país provenía de la agricultura, la cual no estaba siendo renovada, limitaba la diversificación, aumentando aún más la posibilidad de un efecto negativo a largo plazo. El reino se convirtió dependiente de las nuevas rutas comerciales y el comercio con colonias, lo cual hizo que fuese vulnerable a las fluctuaciones del mercado internacional, como el declive de las colonias y la creciente competencia de otras potencias coloniales. En la actualidad, los sectores clave de la economía española como el turismo o la explotación de productos básicos (el sector agrícola), son temas relevantes en la economía contemporánea.
El modelo económico imperial que acogió el Reino favoreció a las élites y a algunas regiones, mientras que otras, como el sur, quedaron marginadas, una brecha que persiste hasta la actualidad. España no logró la consolidación de una base económica diversa y sostenible.
La riqueza colonial de los Reyes Católicos permitió a España alcanzar la posición de gran potencia mundial y enseñó lecciones sobre la gestión económica y la diversificación de fuentes de ingresos, que siguen siendo cruciales para comprender los retos económicos que enfrenta el país seis siglos después.
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