En un mundo cada vez más digitalizado, los bancos centrales están considerando el desarrollo de sus propias monedas digitales, conocidas como Central Bank Digital Currencies (CBDC). Estas monedas representan una nueva forma de dinero, emitida directamente por los bancos centrales y diseñada para convivir con el efectivo y los sistemas de pago electrónicos tradicionales. Pero ¿Cómo impactará este cambio en la economía global y en nuestra forma de usar el dinero?
Las CBDC son la versión digital del dinero emitido por los bancos centrales, como el dólar o el euro. A diferencia de las criptomonedas como Bitcoin, las CBDC están respaldadas por gobiernos y diseñadas para ser estables y seguras.
Vamos a exponer dos casos concretos:
Proyecto del Euro Digital: El euro digital es una iniciativa del Banco Central Europeo (BCE) para crear una versión electrónica del euro, complementando el efectivo físico y los depósitos bancarios. Esta moneda digital sería emitida por el BCE y estaría disponible para todos los ciudadanos y empresas de la zona del euro, ofreciendo una forma de pago segura y aceptada en toda la región. En octubre de 2023, el BCE anunció el inicio de la fase de preparación del euro digital, tras concluir la fase de investigación que comenzó en julio de 2021. Esta nueva etapa se centrará en el desarrollo y prueba de soluciones técnicas, así como en la elaboración del marco regulatorio necesario. Se espera que, para 2026, el BCE tome una decisión final sobre la emisión del euro digital.
- Sand Dollar de Bahamas: El Sand Dollar es la moneda digital emitida por el Banco Central de las Bahamas, convirtiéndose en octubre de 2020 en la primera moneda digital de banco central (CBDC) operativa a nivel mundial. A pesar de su lanzamiento pionero, la adopción del Sand Dollar ha sido gradual. En marzo de 2023, había aproximadamente 2,1 millones de dólares bahameños en circulación en forma de Sand Dollars, representando menos del 0,5% del efectivo en circulación.
Las CBDC tienen el potencial de redibujar el sistema financiero global. Podrían reducir la dependencia del dólar estadounidense como moneda de reserva y fomentar la competencia entre monedas nacionales en el comercio internacional. Sin embargo, la transición hacia un mundo con CBDC requerirá coordinación internacional para evitar fragmentación financiera.
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