La pandemia del COVID-19 no solo puso a prueba los sistemas de salud, sino también la estabilidad económica de millones de personas en todo el mundo.
En el libro Animal Spirits, George A. Akerlof y Robert J. Shiller argumentan que las emociones humanas, más allá de los cálculos racionales y los análisis económicos, juegan un papel crucial en la economía. Durante la crisis del COVID-19, estos "espíritus animales", confianza, equidad, corrupción y mala fe, ilusión monetaria e historias, fueron protagonistas en el colapso y la recuperación de la economía mundial.
Los consumidores redujeron drásticamente sus gastos por miedo al desempleo, las empresas paralizaron inversiones ante la falta de claridad, los empleados bajaron su productividad por la inquietud del mercado, etc. En este momento, el miedo acompañado de la falta de confianza se convirtió en un espíritu decisivo, intensificando la caída de los mercados.
Además, la percepción de equidad, otro de los espíritus animales, influyó en la respuesta económica. En muchos países, los ciudadanos observaron cómo la economía solo favorecía en gran medida a las grandes empresas desproporcionadamente, mientras que los pequeños negocios y las clases bajas sufrían las peores consecuencias. Esta percepción alimentó un sentimiento de desigualdad, comenzaron a reclamar la subida de salarios para poder enfrentar mejor las dificultades económicas, afectando también a la confianza en el Estado. Estos salarios no eran aceptado por los empresarios, ya que no tenían dinero para pagarlo. Por otro lado, la corrupción percibida en la distribución de crédito y contratos para gestionar y solucionar la pandemia reforzó el cinismo económico y político, minando aún más la recuperación.
El comportamiento de descontrol e incertidumbre fue un colapso en las decisiones financieras individuales y colectivas. Desde el pánico inicial en los supermercados, con la compra de productos básicos, hasta las rápidas ventas masivas en los mercados de valores, la impaciencia por solucionar los problemas creó aspectos económicos negativos.
La ilusión monetaria, otro concepto destacado en el libro, jugó un papel importante durante la crisis. Muchas personas interpretaron los estímulos financieros y los cheques de ayuda como señales de recuperación, ignorando los efectos inflacionarios a largo plazo. Este concepto reflejó la desconexión entre las percepciones individuales y las realidades económicas.
Por otro lado, estos animal spirits fueron los responsables también de la recuperación mundial. En el momento en el que pudimos ver luz al final del túnel, la confianza empezó a multiplicarse. Los inversores volvieron a sus andadas, el consumo comenzó a crecer, y por la falta de el anteriormente, lo hizo aún más fuerte que el inicial.
En conclusión, el COVID-19 demostró cómo los "espíritus animales" moldean la economía tanto en tiempos de crisis como de recuperación. La confianza debe reconstruirse cuidadosamente, las percepciones de equidad deben solucionarse para evitar una mayor reconstrucción, y las ilusiones monetarias deben gestionarse con transparencia para minimizar el impacto de la inflación. Como argumentan Akerlof y Shiller, entender las emociones humanas en la economía no solo ayuda a explicar el pasado, sino que ofrece claves para construir un futuro más estable.
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